Espacios de trabajo eficientes

La reforestación como solución a la crisis medioambiental en Irak

En un mundo en continuo proceso de urbanización, el diseño de edificios y de interiores son elementos clave en la lucha contra el cambio climático y la reducción de la huella de carbono. Tal como declaró el AIA (American Institute of Architects) en un informe publicado en diciembre de 2018: «Creemos que la batalla del cambio climático se ganará o se perderá en las ciudades. Las tres cuartas partes de las emisiones globales de carbono provienen del 2% de la superficie terrestre que está habitada por comunidades urbanas». De hecho, casi el 40% por ciento de toda la energía que consumimos corresponde a la construcción de edificios, los cuales, a su vez, producen carbono a través de la calefacción, refrigeración e iluminación.

Teniendo en cuenta que la población activa pasa la mayor parte del día en su puesto de trabajo, el diseño de espacios laborales juega un papel fundamental en este cometido y, por ello, debería abordarse sistemáticamente, como parte de un contexto más amplio. En este artículo veremos cómo una serie de estrategias —desde el uso eficiente del espacio y la selección de tecnologías y materiales, hasta una legislación específica y cambios en el comportamiento humano— pueden reducir nuestro impacto negativo sobre el medio ambiente.

Cuestión de densidad

Las oficinas diáfanas son una de las soluciones más eficientes desde el punto de vista espacial y de reducción de la huella de carbono, pero su concepto a menudo entra en conflicto con el deseo humano de disponer de un mínimo de privacidad. Primo Orpilla, cofundador y director del estudio de diseño O+A, con sede en San Francisco, cuenta con una amplia cartera de proyectos galardonados que abordan el interiorismo de espacios de trabajo. «La distribución diáfana es eficiente, pero un buen lugar de trabajo tiene que proporcionar espacios alternativos que satisfagan las necesidades humanas», afirma Orpilla.

Sede de Slack en San Francisco, con espacios comunes privados y un jardín vertical, obra de O+A. Foto © Garrett Rowland

Sede de Slack en San Francisco, con espacios comunes privados y un jardín vertical, obra de O+A. Foto © Garrett Rowland

En otras palabras, la densidad es buena, pero si renunciamos a los despachos privativos, necesitaremos crear espacios asignados a actividades como el descanso, las llamadas telefónicas, las reuniones, la enseñanza, el aprendizaje o las presentaciones. Las áreas de descanso no deben reducirse a pequeñas habitaciones compartimentadas, sino formar parte de un planteamiento holístico del diseño que cubra con eficiencia las necesidades cotidianas. En la actualidad, gran número de startups y grandes empresas están optando por entornos de este tipo. Diseñar un lugar de trabajo óptimo, donde las personas se sientan a gusto y, por consiguiente, sean más productivas, se percibe como una inversión en capital humano.

Materiales y sostenibilidad 

Las tecnologías eficientes y los materiales sostenibles también son fundamentales. En los últimos años, la calidad de las luces LED ha mejorado considerablemente, los sistemas de climatización se han vuelto más eficientes y los revestimientos han reducido (y en algunos casos eliminado) las emisiones tóxicas. Faltaría reducir el uso de materiales que precisan de grandes dosis energéticas, como el hormigón, responsable del 8% de las emisiones globales.

La selección de materiales adecuados para los pavimentos también es clave, dada la gran superficie que ocupan. Según Royce Epstein, directora de diseño en Mohawk Industries, uno de los mayores fabricantes de pavimentos del mundo: «Los fabricantes deben asumir su papel en revertir el cambio climático, en el ciclo de la sostenibilidad y en la reducción de emisiones». Como parte del Living Building Challenge —un estándar de medición y rendimiento que amplía las normas LEED (siglas de Leadership in Energy and Environmental Design) al incluir en la calificación de un proyecto mediciones sobre el bienestar de los usuarios—, Mohawk puso en marcha el Living Product Challenge (que forma parte, a su vez, de la International Living Future Initiative), en que los productos se etiquetan para facilitar la comprensión de su composición, con una lista de materiales y porcentajes, tal como se hace con los productos alimentarios.

Instalaciones con productos de Mohawk. Fotos cortesía de Mohawk

Instalaciones con productos de Mohawk. Fotos cortesía de Mohawk

A través de la investigación y el desarrollo, los productos se van «desmaterializando» progresivamente, lo que permite ofrecer la misma calidad utilizando menos materia prima. Muchos de sus nuevos productos se pueden fabricar con hasta un 40% menos de energía, dando lugar a materiales más ligeros cuyo transporte es, a su vez, más barato. Royce señala que el ciclo de producción también debe ser eficiente. Indica que no solo debe reducirse la huella ecológica sino que ésta se debe revertir, por ejemplo, devolviendo recursos naturales, como pueda ser el retorno de agua limpia tras un proceso de fabricación.

Legislando el cambio

En un mercado competitivo, los promotores responden a la demanda de espacios más eficientes, pero a menudo solo cuando existen incentivos fiscales. En este sentido, la legislación desempeña un papel importante. «Las leyes de California son muy estrictas respecto a los sistemas de gestión de energía mecánica y eléctrica; incluso en las pequeñas reformas parciales, obligan a actualizar todas las instalaciones con tecnologías más modernas y eficientes», explica Primo. Pero esto no sería así de no existir una normativa al respecto. Alemania es pionera en el desarrollo de políticas sostenibles, que abarcan desde leyes de reciclaje hasta códigos de construcción.

Según Primo, en muchos casos, EE.UU. está a la cola de Europa respecto a la adopción de ciertas tecnologías eficientes, porque la mayoría de la gente está acostumbrada a sistemas más antiguos y no tiene ningún incentivo para cambiar de hábitos. La legislación y los incentivos fiscales podrían contrarrestar esta falta de demanda debida a preferencias culturales.

Conducta y factores sociales

Desde mi propia experiencia en la producción de espacios de trabajo, he constatado que el ingrediente clave para el éxito radica en que sean los propios usuarios quienes asuman los procesos que suponen un cambio de hábitos. Los humanos somos seres rutinarios y cualquier alteración siempre resulta traumática, incluso cuando a la larga represente un cambio a mejor.

Las leyes pueden imponer cambios desde arriba, pero su aplicación es muy difícil si no viene acompañada de una aceptación desde la base. Las empresas que adoptan nuevas políticas para reducir la huella de carbono, ya sea de oficinas diáfanas o de nuevas prácticas de reciclaje, tienen que comunicar con claridad cómo y, sobre todo, por qué el cambio es necesario.

Es evidente que entran en juego muchos factores en la creación de espacios de trabajo más eficientes, incluidos aspectos como la biofilia o la gestión de residuos, de los que no hemos tenido tiempo de hablar aquí. Pero quizás el factor crucial para el éxito sea uno nada fácil de conseguir: un liderazgo que, más allá de proponer e imponer cambios, predique con el ejemplo.

Imagen principal: Mesa comunitaria de las oficinas de SYPartners en la ciudad de Nueva York, diseñada por Forge. Foto © EFM NY